-Nunca fué demasiado feliz, ya que su padre se fué de casa cuándo tenia quinze años, y ella se quedó en casa a vivir conmigo. Yo pasaba la mayor parte del tiempo trabajando, y Nora se tenía que apañar ella con sus cosas. Descubrió cosas que los chicos de su edad no sabían y se empezó a juntar con gente diferente, un poco mayores que ella. Nora se lo pasaba fenomenal con sus amigos y amigas. Salían por las noches, de vez en cuándo bebían... No es que fuera muy normal para la edad que tenía, pero tampoco era para exagerar.
Un día, después de una comida todos juntos, las dos amigas del grupo, juntamente con Nora, se fueron hacia el lavabo. Empezaron a vomitar. Nora se asustó, haciendo las típicas preguntas que una persona viendo ésa situación haría. A Nora le daba mucho asco, pero poco a poco se fué acostumbrando a verlas vomitar, hasta el día que ella tambié lo probó.
-Ah, claro, ahora lo entiendo todo. Nora vomitaba, se quedó anoréxica y se murió, ¿verdad?
- No, mi hija no era cómo las demás, déjeme explicarle la historia entera.
-De acuerdo, siga, por favor.
- No le gustó, pero vió los cuerpos de sus amigas, ellas eran altas, un poco más delgadas de lo normal, pero eso a Nora le gustaba. Aunque ella era muy guapa y estaba bastante delgada, ella no lo supo ver y empezó a vomitar diariamente, sólo con el objetivo de parecerse a sus amigas. Yo me dí cuenta de que Nora bajaba de peso, así que hablé con ella y me contó todo esto.
-Bueno señora, no le quiero meter prisa, pero he quedado con mi mujer dentro de media hora. ¿Me puede explicar para qué ha venido aquí?
-Si, déjeme que se lo explique.
-Yo, cómo haría cualquier madre me preocupé. La llevé a médicos, psicólogos... Pero nada remediaba las ideas de Nora. Un día, la ingresaron en el hospital. Yo lloré aquél día. Estaba asustada por lo que pudiera pasarle a mi querida hija, así que....- Un hombre alto entró en la sala, interrumpiendo aquella interesante conversación. Le dió unos papeles al psicólogo de la sala, y entonces se marchó.
-¿Continuo?-dije yo. Hubo un largo silencio, y el psicólogo se leió el papel detenidamente.
-No, ahora quiero hablarle sobre estos papeles, antes de nada.
-Vale-dije.
-¿Cómo dice que se llamaba su hija?
-Nora, Nora Luque.
-Pero ahora está muerta, ¿no es así?
-Desgraciádamente sí, des de hace dos años.- dije agachando la cabeza.
-¿Dos años?- dijo extrañado- y entonces, ¿porqué viene ahora, y no dos años atrás?
-Nunca lo superé cómo para hablar de ello, y ahora creía que estaba preparada.
El psicólogo sonrió. No era una de esas sonrisas de felicidad, sinó de gratitud. Miró los archivos que le había entregado su compañero, los firmó y añadió un comentario.
-Verás- dijo el psicólogo- deja que te cuente la verdadera historia sobre tu hija, y sobre tí. - yo estuve atenta, para escucharlo claramente.
-Tu marido se marchó cuando empezó a notarte síntomas raros. Él siempre fué un poco cobarde. Respecto a tu hija Nora, se sentía muy sola, ya que te pasabas el día bebiendo y emborrachandote, por eso empezó a juntarse con otras personas, algo más diferentes de lo normal. Casi no comía, estaba demasiado preocupada y ahí fué cuándo tu notaste que estaba demasiado delgada, pero tú estabas enferma ya en ése momento. Ella notó que estabas enferma decidió alejarse de tí, intentó huir de aquella casa, pero fué demasiado tarde..
-¡Eso no es verdad!-dije muy nerviosa.
-Sí, si qué lo és. Debemos detenerla señora Morgan, por asesinato.
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