miércoles, 4 de mayo de 2011

La bahía maldita


-Llegué al mar, a aquél puerto del que todo el mundo me había hablado. Me lo había imaginado de otra manera, ni mejor ni peor, sinó diferente. Pasé por la bocana, era bastante estrecha, peró no fué difícil de atravesarla. El malecón era de piedra, i se veía como el agua del mar chocaba.

En la dársena, habían algunos barcos, todos con nombres extraños.

En la marisma habían algunas gaviotas picoteando algo, des de aquí no se veía muy bien lo que era, pero lo hacían con mucha fuerza y haciéndo mucho ruido. Aquello me pareció impresionante, y hice una fotografía des de la ciénaga.

Entonces ví, a lo grande un cartel “cabo de la bahía maldita” , era demasiado tarde. En ése momento entendí todo lo que me habían contado de aquél lugar, todo lo que en un momento no me creí, lo pude ver con mis propios ojos.

A lo lejos, ví un barco, sin su cabo, me asusté y no supe que hacer. Si aquél barco no tenía cabo, era imposible escaparme con él, además, era muy vasto, estaba dilatado.

Todo aquello me asustaba, deshabitado totalmente... Yermo.... No se podía salir.

Lejos de allí, habían unos terrenos áridos. Me acerqué a aquél lugar inhóspito pero a la vez agreste... Vi algo, y entonces....

  • ¡Jaime, despierta!

  • ¡Oh no, hora de ir al cole!

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